Se cuenta que el café proviene de la zonas que bordean el Mar Rojo, y aunque es una bebida antiquísima, es a partir del siglo VI de nuestra era, que comienza a expandirse su consumo en zonas del sur de la península Arábiga, actual Yemen, y al este del continente africano, en el área que ocupa hoy Etiopía. Su uso comenzó a ser masivo en Occidente a partir del Siglo XVII, principalmente en Holanda y Francia, convirtiéndose en la actualidad en la segunda bebida estimulante más consumida en el mundo, después del té.
El café pertenece al género Coffea, de la familia Rubiáceas (Rubiaceae) y crece con muy buena salud en toda la franja que abarca desde el Trópico de Cáncer hasta el de Capricornio. A mayor altitud requiere de menores alturas para brindar un buen grano, de ahí que los países ubicados en ese entorno y con características geográficas que cumplen esos requerimientos dediquen parte de sus tierras a su cultivo. Las zonas cultivadas más famosas se encuentran en las islas de Java y Sumatra, Arabia, India, África, Antillas, América Central y del Sur. Los grandes cafés del mundo pertenecen a la variedad Coffea Arábica, aunque en el mercado internacional se comercializan otras como la Coffea Canephora.
La planta llegó a América a través de los colonizadores franceses, quienes lo introdujeron en el territorio de la isla de Martinica, a inicios del siglo XVIII. A partir de ese momento su cultivo toma un gran auge en el continente en el que proliferaron grandes haciendas cafetaleras. Hoy en día la región produce principalmente granos de tipo Arábica, y su volumen conforma aproximadamente las dos terceras partes de la producción mundial de café. Entre los países que aportan más a esas cifras se encuentran Brasil y Colombia.
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